La figura de Alberto “Beto” Cobos, actual candidato a la alcaldía de Alvarado, vuelve a estar envuelta en polémica. En esta ocasión, se le acusa de abuso de confianza y malversación de recursos dentro de su propia familia.
Según testimonios de allegados, Cobos habría tomado el control del tradicional Salón de Fiestas Alvarado, propiedad legal de su abuela, la señora Yolanda Delfín de Cobos, tras el fallecimiento de su abuelo. Sin embargo, nunca rindió cuentas a la familia, lo que generó un fuerte conflicto interno.
La situación escaló cuando la señora Delfín, acompañada de una de sus hijas, acudió al lugar para reclamar lo que le correspondía. Enfrentó a su nieto en una acalorada discusión que selló una ruptura familiar definitiva. Desde entonces, la familia de la propietaria ha cortado toda relación con el hoy aspirante a la presidencia municipal, acusándolo de apropiarse del negocio familiar y de lucrar con los recursos sin transparencia.
Este caso evidencia el perfil de un político que ni siquiera dentro de su núcleo más cercano demuestra ética, respeto ni rendición de cuentas. La denuncia, aunque aún no ha llegado formalmente a tribunales, ha encendido las alarmas entre ciudadanos y líderes locales. Estos cuestionan si una persona con antecedentes de conflicto familiar y manejo opaco del patrimonio ajeno puede aspirar legítimamente a gobernar un municipio.
La historia del Salón Alvarado no es solo una anécdota familiar: es un reflejo del tipo de liderazgo que representa Alberto Cobos. También evidencia el riesgo que enfrentaría Alvarado en caso de permitir que intereses personales y ambiciones sin escrúpulos lleguen al poder.